Diario de una manuscriptora conversa II
II Una vez convertida a la manuscripción . Disfruto de las libretas, las plumas, hasta de las disimuladas correcciones, que son menores que cuando escribo en la computadora. Será el ritmo, la concentración; la conciencia de apoyar el útil y trazar los óvalos, las ligaduras, los travesaños, siguiendo una línea base lo más recta posible, cada una pone su norma. Escribir sin pauta requiere un entrenamiento, aún más si pretendes tratar la página con pulcritud para no gastar papel en balde. Imagínate 3000 años atrás, con cálamo y papiro, expuesta tu destreza al límite. Ahí no cabe error posible. Como una actriz que sale a escena y debe trascender la cuarta pared para llegar al público, desnuda: no hay escapatoria, no hay claqueta que valga, un vacío oscuro, devorada por los focos, solo hay esa oportunidad única mediando entre el aplauso y el fracaso. Escribir con determinación, tu mundo, un papiro que rellenar, tu personal papiro. “Tu caligrafía es única como una huella dactilar,