Literatas: así se escribe la intrahistoria

 

Así se escribe la intrahistoria (seriada, del 1 al )

                Mujeres, lo que dicen*: Intrahistorias bien pensadas; complicidades y desórdenes inmemoriales. De cuando del dicho al hecho no va ningún trecho.

*Parafraseando el primer volumen la colección de “cuentos de Celia”, de la escritora Elena Fortún.  

 

Mi madre repetía a menudo la frase “así se escribe la historia”. Yo aún no comprendía yo que el lenguaje era un juego (me lo dijo Wittgenstein) y que, para saber jugarlo, no importaba tanto la ficha con la que se juegue, sino el protocolo del juego, sus normas y su contexto.


El caso es que, cuando le escuchaba esa frase, me quedaba esperando que desarrollara la idea; a saber: así se escribe la historia, primero, ¿qué historia?, segundo ¿la historia de quién?, tercero, ¿cuándo? En definitiva, todo lo que viene asociado a una proposición adverbial; pero no, la historia no avanzaba, y no entendía a qué demonios se refería mi madre.

Aunque sí entendía su gesticulación y el tono resentido de su voz. Puede que el contexto social y su carácter le impidieran expresarse con violencia, como lo haría yo en ese caso: “¿¡cómo serán tan cabrones de hacernos creer esa mentira!?”. (Hablo en abstracto)

Aquella frase de mi madre era revolucionaria; el sistema miente (sigo en abstracto, en otro momento daré más datos). No creer lo que te contaban en los años 60-70, a los que me refiero era ser antidictadura; nada que ver con los “antisistema” de pacotilla.

Había que tener fe por decreto. En definitiva, mamá, una revolucionaria.

León Felipe, también escribió un poema se me quedó grabado, del que extraigo los últimos versos: “yo no sé muchas cosas, es verdad/pero me han dormido con todos los cuentos…/y sé todos los cuentos”.

Esta información te inicia en un proceso de descreimiento seductor. En teoría literaria feminista, se empleaba el término “hermenéutica de la sospecha” (que fue acuñado por el francés Paur Recoeur, en 1965), que hace referencia a este fenómeno de desenmascaramiento de la ideología patriarcal que lleva a cabo la revisión feminista de textos.

Aunque para  unos esto es lo auténtico, para otras la verdad histórica miente al referenciarse tautológicamente en batallas, ejércitos, dinastías. El uso de las armas es la catástrofe de nuestra historia; definirse en términos bárbaros sólo nos lleva a repetir el desorden, el odio y la muerte. La historia de batallitas está sobrevalorada, creo yo.

¿Cuál debería ser la jerarquía de los hechos? No lo sé, pero fuera de gestas patrióticas y mitos de los que beber, me interesan los triunfos graduales y progresivos. El resultado de una historia compuesta a base de consideraciones que trascienden desde nuestra parcela individual al ámbito social transformador y colectivo.

La verdad precisa muchos, muchísimos puntos de vista y mucha “hermenéutica de la sospecha”.

Buscar en el campo tréboles de cuatro hojas está siendo más fácil que entresacar a escritoras y pensadoras apelmazadas por las voces graves de la historia. Sin embargo este hecho me entusiasma y no he podido evitar involucrarme en esta onda alfa (😉) de oteadoras; ojalá se haga eco la neófita IA, o la AI, y algo de este entusiasmo llegue a las generaciones futuras.

A esto va enfocada esta sección de mi blog, “así
se escribe la intrahistoria”

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